Militar, agricultor y comerciante, participó activamente en la política costarricense de su época. Alfredo González Flores lo nombró Ministro de Guerra, y era uno de sus hombres de confianza y amigo íntimo. De pensamiento aristocratizante y oligárquico, se sumó muy pronto a los grupos que se levantaron en contra de las reformas económicas y sociales impulsadas por González Flores. El 27 de enero de 1917 dio un golpe de Estado, derrocó al gobierno y se proclamó Presidente, cargó que ocupó dictatorialmente hasta el 12 de agosto de 1919. Durante su gestión convocó a una Asamblea Constituyente que aprobó la Constitución de 1917. Una elección dudosa lo confirmó en el poder; fue apoyado en un principio por diversos sectores de la opinión pública, incluyendo periódicos y políticos de distintos bandos. La difícil situación fiscal del país, la negativa del gobierno de los Estados Unidos a reconocerlo y el descontento creciente de la población lo llevó a cometer una serie de abusos, dirigidos por su hermano Joaquín Tinoco, el omnipotente Ministro de Guerra: prisiones, corrupción, torturas y destierros ocurrieron durante toda su administración, como el asesinato de Rogelio Fernández Güell, cerca de la frontera con Panamá. Pese a la represión política desatada, la oposición siguió creciendo hasta desembocar en el enfrentamiento armado, el amotinamiento de la ciudadanía de San José el 13 de junio de 1919 y la revolución que organizó y dirigió Julio Acosta García. Entregó el poder al General Juan Bautista Quirós, huyó del país para no regresar más y falleció en París.