Considerado uno de los fundadores de la República, integró la comisión que redactó el Pacto Social Fundamental Interi­no o Pacto de Concordia en 1821, considerado  la primera constitución política del esta­do costarricense. Desempeñó el cargo de Presidente del Congreso y su firma está estampada en la Constitución de la República Federal de Centroamérica. Fue un activo participante de la vida política de Costa Rica, miembro de la Asamblea Constitu­yente de 1844,  diputado en diversas oportunidades y Consejero de Estado. Inició sus estudios en Cartago, se ordenó  de sacerdote en León, Nicaragua, en 1813, al mismo tiempo que obtuvo un docto­rado en sagrados cánones y el bachillerato en leyes. Tuvo una destacada actuación política en los años de la independencia; fue diputado en las Cortes Españolas, no tomó posesión sino que pasó a formar parte de las llamadas Juntas de Legados, que gober­naron Costa Rica en los primeros días de vida independiente. En los sucesos de 1823, que incidieron en la primera guerra civil en Costa Rica, actuó de mediador, igual participación tuvo en los hechos de  1835. Impulsó la cultura popu­lar, fue catedrático y primer rec­tor durante el período 1844-1849 de la Casa de Enseñanza de Santo Tomás.

Fue cura en Sonsonte, El Salvador, y en Cartago, así como, por espacio de 17 años, párroco de San José. En dos oportunidades el doctor Castro Madriz que era su sobri­no, propuso que se creara la diócesis del país y se nombrara al presbítero Madriz obispo; pero no tuvo buen éxito en tales gestiones. De la información que se levantó entonces y que estuvo a cargo de importan­tes personalidades, se desprende que "el presbítero Madriz era muy dedicado al es­tudio de las Santas Escrituras y de autores morales y teólogos, de carácter sociable, bondadoso, pacífico, recto, firme e incapaz de doblez alguna, generoso y popular. Su vida y costumbres eran arregladas a las máximas evangélicas, de profunda humil­dad, caritativo con el prójimo, incesante en el cumplimiento de sus obligaciones y muy exacto en el desempeño de sus funciones sa­cerdotales". Fue un hombre de gran capital, y entre sus propiedades se contaba la hacienda Abangares. Falleció en Cartago.