Dibujante y humorista
gráfico, es uno de los más destacados caricaturistas costarricenses, maestro
del humor gráfico nacional y uno de sus mayores promotores, como lo muestra su
quehacer en las Exposiciones de Artes
Plásticas: la incorporación del humor gráfico y su valoración en tanto
arte, así como el surgimiento de la idea de los certámenes y su desarrollo,
están muy vinculados a su nombre. Fue periodista, director de medios y editor;
un innovador en el campo del humor gráfico. Su obra fue reconocida por críticos
de arte y colegas, quienes exaltan la calidad de sus dibujos, su chispa
humorística y su originalidad. Su obra exhibe la ambigüedad de los dos géneros
que practica. Inició su formación académica en la Escuela Nacional de Bellas
Artes, dirigida por Tomás Povedano de Arcos, y la completó en Cuba y Estados
Unidos. Entre 1920 y 1960, desarrolló una gran actividad tanto en Cuba, el Diario
de Costa Rica, La tribuna,
La
linterna, El látigo, La semana, La
semana cómica, El nacionalista, Don lunes, Diario nacional, Repertorio americano, Bohemia,
La
prensa libre y La nación. En 1922 fundó Bohemia (1922-1924), del que fue
copropietario, director artístico y dibujante principal y en el que conjugaba el
humor con la crítica de sucesos nacionales, secciones de juego, ingenio y
entretenimiento, en su gran mayoría dibujados por él. Fue el principal
dibujante de la famosa revista de Pío Luis Acuña, La semana cómica (1935-1960); publicó la revista
masónica Acacia en la década de
1940. En su madurez, ilustró el Anecdotario
nacional de Carlos Fernández Mora, famoso clásico de la política
costarricense, junto con Álvaro García López (Garlo) y Juan Manuel Sánchez;
además de obras, algunas literarias (Música
sencilla de Blanca Milanés) e informes políticos: de la administración
Cortés (1936-1940) y Calderón Guardia (1940-1942). Creó el estilo
solanado y personajes nacionales: Candelario, el famoso campesino
de pies grandes y dedos hacia arriba que le hace observaciones al abuelo Ñor Cupertino y que continúa la labor
del patillo de Hernández. Renovó, además,
la figura de los personajes mascota al asignarle un papel activo a su
perrito-bolita (su firma gráfica) contrapunto del gato-resorte de Hernández.
Como la mayoría de sus colegas, tuvo que trabajar en dibujo comercial e
ilustración. Recibió reconocimientos nacionales e internacionales en el género
del humor gráfico: en las Exposiciones de Artes Plásticas, Medalla de Oro en
tres convocatorias (1928, 1930 y 1931), 1° y 2º premio (1934 y 1935 en su
orden), cuando apenas ronda los 30 años de edad. En 1956, el premio
SIP-Mergenthaler, uno de los más altos galardones otorgados a la caricatura en
Latinoamérica. Recibió la primera distinción internacional de carácter
continental otorgada a un caricaturista costarricense. Ante la falta de recursos económicos
del gobierno, logró el patrocinio
del Diario de Costa Rica en la
primera exposición y fungió de jurado en
algunas convocatorias. Fue, asimismo, un elemento cohesionador del gremio. Su obra
impactó a jóvenes como Hugo Díaz, reconocido en la actualidad como el
padre de la caricatura costarricense.